lunes, 8 de septiembre de 2014

Postales (X): El "pequeño" Lebowski [ Nueva York ]

En las últimas líneas de la anterior entrada mencioné la calle Thompson y mi paso por una tiendita dedicada a El Gran Lebowski. Obra maestra de los Coen, Jeff Bridges encarna a un nihilista apodado El Nota que baja al supermercado en bata y que, en medio de su vida placentera y reposada, sufre un repentino torbellino de acontecimientos que le sitúan entre la agitación de un grupo de secuestradores que piden a otro Lebowski un escandaloso rescate (un viejo multimillonario que, finalmente, confunden con El Nota) y la costumbrista vida de sesiones de bolos y rascada de bolas junto a sus exasperantes amigos. Todo aderezado con escenas esperpénticas e hilarantes, con toques de humor negro. El cine proporciona a los yanquis un buen ramillete de mitos. En la calle Thompson, el Gran Lebowki (El Nota) tiene su pequeño templo. Para mí, su hallazgo fue una grata sorpresa. The Little Lebowski de El Gran Lebowski.



[ Fragmento del guión de la película El Gran Lebowski, de Ethan y Joel Coen. Corresponde al inicio de la película, relatado "voz en off" por parte de un personaje que aparece al final del metraje. Es la presentación de El Nota mientras este aparece haciendo las precarias compras junto a la estantería de un supermercado, en bata y sandalias. Abre una botella de leche, la prueba y, acto seguido, aparece pagando a la cajera con el bigotillo blanco. Tras este principio prometedor, la continuación no defrauda ]

Quiero hablarles de un tipo que vivía allá en el Oeste. Un tipo llamado Jeff Lebowski. Al menos ese fue el nombre que le dieron sus amorosos padres, pero nunca supo muy bien que hacer con él. Este Lebowski se hacia llamar El Nota. Así, El Nota. En mi pueblo, nadie se pondría semejante nombre. Había muchas cosas de El Nota que no tenían mucho sentido para mí y lo mismo pienso de la ciudad donde vivía. Tal vez sea esa la razón por la que aquel condenado lugar me pareció tan interesante. Lo llaman la ciudad de Los Ángeles. Esa no es, precisamente, la impresión que me dio, pero reconozco que hay buena gente por allí. Mentiría si dijera que he estado en Londres, nunca he estado en Francia y no he visto ninguna reina en paños menores, como dijo aquel, pero les diré algo. Después de conocer Los Ángeles, esta historia que me dispongo a relatar… Creo que he visto algo más asombroso que cualquier cosa que hayan podido ver en uno de esos lugares y, además, en mi idioma. Así que puedo morir con una sonrisa sin tener la sensación de que el Señor me la ha jugado. Bien, pues esta historia que les voy a contar tuvo lugar a comienzos de los noventa, en los días de nuestro conflicto con Sadam y los iraquíes. Lo menciono solo porque a veces hay un hombre, no diré un héroe porque, ¿qué es un héroe? Pero, a veces hay un hombre… y, aquí me estoy refiriendo a El Nota… a veces hay un hombre que es el hombre de ese momento y ese lugar. Está en su sitio. Y ese es El Nota, en Los Ángeles. Y aunque sea un auténtico vago y El Nota ciertamente lo era, seguramente el hombre más vago del condado de Los Ángeles, lo cual le convierte en favorito para el título de “el hombre más vago del mundo”. Pero, a veces, hay un hombre… a veces hay un hombre… Vaya, he perdido el hilo. Pero, ¡qué demonios! Ya lo he presentado bastante.

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